DESMITIFICANDO LA FORMACIÓN
Es preciso
decirlo: la formación da dolor de cabeza.
En resumen nadie la
quiere.
Semejante afirmación tiene que sobresaltarnos.
¿No somos, por el contrario, testigos de una difusión noticiosa sin
precedentes?. El gobierno presenta un proyecto de ley tras otro para fomentar
la capacitación permanente, de la que hace uno de los pilares de la "nueva
sociedad". Los empresarios: año con año, en las sesiones de las asociaciones
patronales, exaltan con unanimidad los beneficios de la formación. Todos los
días, pueden recogerse testimonios irrecusables. Abundan y florecen los
especialistas en la formación de supervisores y directivos, los centros donde
se celebran los seminarios, que se aburrían antes esperando en el intervalo
entre dos fines de semana, acogen encantados la oleada ininterrumpida de
nuevos participantes.
Sin embargo, tras del entusiasmo, puede
detectarse una realidad distinta. Todas proclaman que la formación permitirá
al hombre convertirse en el dueño del cambio, pero pudiera ser que la
pretendida formación no fuese más que la tapadera del inmovilismo, la coartada
que permita escapar a un cambio auténtico. Viendo la forma en que
concretamente ocurren las cosas, puede temerse que la moda actual no sea más
que el alimento de una buena conciencia, y no haga mas que "cambiar" a la
persona para conservarla igual.
LOS DISFRACES DE LA
FORMACIÓN
Este temor está alimentado, ante todo, por la
proliferación de cierto número de actitudes que, por caricaturescas que puedan
parecer, están extra ordinariamente extendidas en la industria.. Habría que
hacer un inventario de estos ''disfraces", que se presentan bajo una etiqueta,
aparentemente honorable. Citemos algunos, por orden de preferencia:
La formación - castigo.
-
Cuando un animador de formación, al
principio del curso, interroga a los participantes para conocer sus
motivaciones encuentra frecuentemente esta respuesta. "Yo estoy aquí porque
me han enviado". Cuando el interesado se muestra más sincero, añade, con una
sonrisa medio irónica medio amarga: "parece que esto me hará bien”. Otros
dicen rotundamente: " Mi jefe cree que no me desenvuelvo bien, me envía a
seguir este curso.
-
Para todos estos "designados de oficio", la
formación se vive como un castigo; para sus patronos es el médico a quien
sólo se puede enviar enfermos. Se adivina que el pretendido enfermo
consagrará lo esencial de sus esfuerzos durante el curso a demostrar que el
más enfermo no es precisamente él y se las ingeniará para no tragar la
pócima que se le quiere recetar.
La formación -
recompensa.
-
En otras empresas, ocurre todo lo contrario
la formación es la recompensa que se distribuye a los miembros merecedores,
el favor que no se concede a cualquiera. El director dirá al futuro
"formado": "Querido amigo. después de todos los esfuerzos que
UD. ha
realizado, bien merece seguir este curso... nadie más indicado para ello.
-
Conocemos así empresas donde existen, más o
menos oficialmente, verdaderas listas de espera. Los mandos forman cola para
ser enviados al Centro de Desarrollo Integral para jefes, al Centro X de
gestión de previsión, o al Instituto Y de alta administración de empresas.
El ser, finalmente, designados les produce el mismo efecto que si se les
diesen una condecoración, forman parte de los elegidos, y poco importa
después lo que les proporcione dicha formación. Lo esencial es estar entre
ellos.
La formación-
vacaciones.
-
En cierta empresa el director dijo a un
ejecutivo medio: Siga UD. este curso. No sé si le, servirá de gran cosa,
pero, en todo caso, siempre podrá UD. descansar durante una semana. . . El
conferenciante es inteligente, y el sitio agradable”'. El hecho es demasiado
frecuente para que nos conformemos con ver en él un síntoma de humor, Todo
ocurre como si la formación fuese una píldora demasiado dura de tragar, y
que, para conseguir que se acepte, haya que presentarla corno un período de
descanso. Se va a des cansar al campo. Algunos directores desaprensivos que,
desgraciadamente, existen en la profesión de formador, lo han comprendido
muy bien: uno de ellos fleta vuelos charter para llevar a sus clientes de
capacitación a centros vacacionales y a veces incluso a Cancún. Piensa
seriamente en organizar cruceros de formación'' en el Caribe. Todo formador
acaba por convertirse, al cabo de varios años, en un verdadero experto
gastronómico, podría escribir una guía de los mejores hoteles y restaurantes
del país.
La formación "aparador"
-
En nuestra época de "globalización" no hay
que sorprenderse de que la gestión empresarial de la formación figure entre
los componentes de la imagen relevante que trata de darse una empresa,
inmediatamente después de las recepcionistas y del revestimiento en mármol
del vestíbulo de la sede social. Nada más desolador para un empresario que
escuchar a un colega decirle: "Cómo, ¿Ustedes no están certificados en ISO
X?, amigo mío, qué atrasados están".
La formación
- obra social .
-
Organizar cursos de formación es, para.
ciertas empresas, hacer labor social. La dirección de la empresa tenía ya su
gama de comisiones consagradas a obras benéficas: La cena de fin de año, los
donativos a centros asistenciales, las guarderías. La "Comisión formación"
viene, sencillamente, a alargar la lista. Se da la formación como se hace la
caridad. Cuando el jefe de empresa, en el curso de las discusiones
salariales, trata de demostrar todo lo que "hace por su personal" pude
mencionar ahora las cifras considerables del presupuesto consagradas a la
formación añadiéndolas a la cuantía ya pesada, de sus cargas sociales.
La formación
- droga.
-
El director de personal de una firma que
cuenta a varios centenares de ejecutivos dio un día las consignas siguiente
s: "Desde Mayo del año pasado, nuestros ejecutivos están inquietos,
incómodos. tendremos que organizar un curso que les devuelva la tranquilidad
de espíritu, que les dé confianza, en una palabra, que les calme''. Se
percibe claramente la ambigüedad de la intención.¿ Se trata de calmar las
inquietudes injustificadas o, simplemente, de adormecer al paciente?. En
muchas firmas los formadores se quejan: "Somos los enfermeros del ejercito
del trabajo". A los asalariados que se quejan de falta de interés de los
trabajos rutinarios, se les da una pincelada de cultura general; a los que
tienen la sensación de estar privados de poder real se les hace respirar una
bocanada de "técnicas de dirección"; a los que no ven venir el ascenso
esperado, una. pequeña dosis de formación volverá a darles esperanza.
durante algún tiempo, etc. La formación se convierte en una. droga, y no hay
que extrañarse de que produzca a veces, intoxicaciones. Todos los formadores
han encontrado ese género de ejecutivos que han acabada por no poder
prescindir de la formación: de año en año se les vuelve a encontrar
matriculados en cualquier ciclo de perfeccionamiento.
La formación - poción mágica.
-
Es innegable que muchos dirigentes se
sienten aterrados por la llegada de jóvenes cuya mentalidad no comprenden,
por las reacciones de los ejecutivos que rehúsan conformarse, como antes,
con buenas palabras, etc. Ante esta evolución acelerada, buscan un santo
bajo cuya advocación ponerse, para hacer frente a ese mundo que no
comprenden. Entonces, convocan al hechicero: "Las cosas no marchan. . .
prepáreme un plan de formación".
Podríamos describir aún otras falsificaciones
de la formación. El peligro sería que los dirigentes encontrasen en esta
multiplicación de las caricaturas una coartada suplementaria para no
reconocerse en estas descripciones.
LAS LEYES DE LA "AFORMACION"
Pocos directores demostrarán, sin duda, tanta
ingenuidad como el que nos anunció un día: "Las reuniones de mi “staff” de
dirección se desarrollan de forma muy poco satisfactoria: por consiguiente, he
decidido enviar a todos mis colaboradores a seguir un seminario de trabajo en
equipo". Pero esta es la misma inconsciencia que demuestran todos aquellos que
envían a sus subordinados a formarse en las comunicaciones, en la delegación
de responsabilidad, o en la dirección participativa, sin creer un instante que
podrían tener ellos mismos algo que aprender en la materia.
PRIMERA LEY
"La
convicción de un dirigente de la necesidad de una, acción de formación crece
proporcionalmente con su certeza de escapar personalmente a dicha
formación".
-
Los especialistas de la formación rivalizan
en diplomacia para, sugerir a este tipo de dirigentes que una acción eficaz
reclama su participación activa: ''No es que Uds., la necesiten, esto es
evidente, pero constituye un buen ejemplo ". A pesar de todas estas
precauciones, los obstáculos surgen como por encanto, impidiendo al director
cumplir ese gesto:
-
"Estamos en pleno período de establecimiento
del presupuesto y como Uds. , comprenderán no puedo ausentarme''. "Tengo un
viaje al extranjero que no puedo anular pero tranquilícese, mis subordinados
me informarán". "Yo bien quisiera, pero conozco a mi gente, y tengo miedo
de, que mi presencia no les permita- expresarse francamente…Es mejor que yo
no vaya".
-
Cuando es así, el formador, podría
dispensarse de pedir a los interesados que trazaran el balance final de, la
formación. El conoce, con antelación, los términos: " Muy interesante, sin
duda, pero, ¿de qué servirá mientras no sigan también este curso nuestros
jefes?”.
-
Al hacer esto, repiten, invirtiendo la
posición el adagio inconsciente que guía a sus superiores: La formación es,
ante todo la formación de los demás
SEGUNDA LEY
"La
facilidad con la que un dirigente contempla una acción de formación crece
proporcionalmente a la certeza de que no cambiará en nada las estructuras
existentes".
-
También ahí, no todos lo confesarán tan
sinceramente como aquél que nos decía: "Es preciso que nuestros ejecutivos
cambien su sistema de mando. . . Pero, atención desconfíen: no les dejen
discutir las estructuras de la empresa, eso no les compete; tienen ya
demasiada tendencia a hacerlo".
-
El carácter casi general de esta actitud se
pone de manifiesto por la repugnancia de las empresas a contemplar que la
formación vaya acompañada de una puesta en práctica de lo aprendido. Podría
concebirse la formación corno un despertar de los individuos, el origen de
descubrimientos susceptibles de iniciar verdaderas innovaciones. Es obligado
señalar por el contrario, que el fin que se le asigna es "recuperar atrasos
", permitir la integración de los inadaptados, consolidar las
estructuras existentes. La formación se considera un fin, más que un medio.
-
Un grupo de responsables definía
recientemente la formación como "un instrumento manipulador de la
dirección". La fórmula inquieta: ¿tiene verdadaderamente por objeto que los
individuos ratifiquen lo que sus directivos han juzgado previamente bueno
que piensen o que hagan? . En esta perspectiva el formador toma la figura de
un guardia, y no habrá que sorprenderse de escuchar un día próximo a. los
asalariados denunciar al "formador gendarme!'.
TERCERA LEY
"La
facilidad con, que se acepta una acción de formación crece proporcionalmente
con su grado de semejanza con la tradición de la escuela académica".
-
Esta ley es aparentemente desmentida por la
moda de los métodos llamados activos. Estos tienden a dar a los alumnos una
participación que ignoraban los educandos (pero, que conocían desde hace
siglos los alumnos de los jesuitas). Parece, sin embargo, que esta
preparación moderna, está puesta al gusto del día, dejando intacto lo
esencial, la formación suscita tanto menos resistencia cuanto más se
aproxima a la intuición y se aleja de la educación.
CUARTA LEY
"La
productividad, de una acción de formación crece proporcionalmente a la
relación: suma de conocimientos técnicos distribuidos / tiempo empleado".
-
Mientras no se trate más que de distribuir
conocimientos o infundir técnicas, iniciar en los misterios de la
contabilidad, o familiarizarse con la computadora, la formación es acogida
con entusiasmo. Todos se sienten felices.
-
Las cosas se estropean -cuando nos alejamos
de la enseñanza técnica para abordar los problemas de la puesta en práctica
de este saber teórico. Ya la formación en la dirección, o en la simple
gestión, conoce sinsabores: tiene la dificultad de reducirse a unas cuantas
proposiciones de aspecto pseudo científico. En cuanto a las ciencias humanas
tienen motivo de inquietar. Eso no impide que se manifieste el hambre canina
con el mismo frenesí. Se amonesta al formador: "No querernos teoría,
queremos práctica, hechos concretos: dígannos cuáles son las técnicas para
apaciguar los conflictos ¿no las hay?, entonces, ¿ para qué sirve UD. ? . O
todavía: "Cómo hacer callar a los charlatanes en una reunión... hacer hablar
a los mudos… crear un espíritu de equipo…. conocer el carácter de un
individuo?”.
-
Poco importa, se diría, que las mencionadas
técnicas sean, a fin de cuentas, vulgares recetas de cocina, que los
conocimientos sean muy pronto sobrepasados, o que, tanto unos como otros
permanezcan aplacados, no asimilados, sin capacidad de modificar la vida
cotidiana: Lo esencial es apilar notas que jamás volverán a, leerse, poder
establecer una tabla de materias tan extensa corno sea posible, acumular los
conocimientos en una gigantesca bolsa que no saldrá jamás de! armario.
QUINTA LEY
"La
calificación dada a un formador crece proporcionalmente con su capacidad
para demostrar sus dones o conocimientos personales”.
-
Los jefes superiores interrogados sobre lo
que esperan al principio del seminario nos respondieron un día
tranquilamente: " Venimos a ver, “Qué venían a ver?. ¿De lo que eran
capaces las potencialidades que poseían, a descubrirse, en una palabra? .
Ciertamente no: venían corno "mirones" de una exposición en la que el
formador era la estrella; a que les demostrase que el desplazamiento valía
la pena, de que el precio de la inscripción estaba justificado.
-
Es lógico, en el contexto de una formación
vivida como instrucción que el formador se encuentre reducido al papel de
profesor: ''Es Vd. quien tiene la ciencia", se le dice a veces: Que el
desdichado tenga la audacia de no presentar un plan en tres puntos, con
esquemas en que apoyarse, que deje a sus alumnos pasar horas definiendo lo
que verdaderamente quieren, que no les ahorre los esfuerzos del
descubrimiento personal y verá que se le reprocha: "Podría UD. habernos
explicado todo eso en una hora.. , Nos ha hecho perder nuestro tiempo". Qué,
por el contrario, les haga una "demostración personal" de un brillo
resplandeciente, que les subyugue, que no les deje respirar, y se dirá; para
terminar: "Es un hombre extraordinario".
Aunque trate de elaborar sistemas de los
llamados "no directivos", la panacea del día, todo formador no puede olvidar
hoy la parte de verdad que contienen las afirmación: "Aprender es grande,
enseñar es ridículo". Su experiencia personal le permite verificar cada día
que solamente el individuo puede formarse a sí mismo,
que no se forma nadie, jamás; desde el exterior. Por el contrario
lejos de abdicar de su misión, el formador sabe que se puede ayudar a
cualquiera a descubrirse, a liberarse, a evolucionar: en este sentido, quiere
ser educador, y tratar de movilizar la actividad y el dinamismo propios de los
participantes en toda acción de formación. |